María Luz Morales fue una gran periodista en los años veinte y treinta. Recordad que en el capítulo de la novela relativo al período de Teresa en Londres en donde estudia con Ms. Landgridge, hay un párrafo muy interesante en donde esta curiosa mujer, también periodista, habla de sus relaciones con el períodico. No se nos escapa que cuando Chacel escribe esta novela, la interrumpe curiosamente para introducir en la Revista de Occidente su flamante ensayo sobre la mujer en la cultura "Esquema de los problemas prácticos y actuales del amor" en el que Rosa rebatía con su implacable y rotunda rigurosidad la misoginia que plagaba el debate sobre la mujer.
MUJERES-LAS ROMÁNTICAS HEROÍNAS.
El Sol (Madrid. 1917). 18/12/1927, página 9.
¡Copia la Naturaleza al Arte como afirmaba el
"dandy" inglés? ¡Puede creerse que la estatuaria griega no reprodujese bellos modelos vivos,
sino que fuera el pueblo heleno el que llegase a ser supremamente hermoso en
fuerza de contemplar bellas estatuas? ¡resulta verosímil que las damas inglesas
no fueran ni rubias, ni esbeltas ni rosadas, ni manifestaran predilección por
los trajes azules hasta que determinada escuela pictórica comenzó a mostrarlas
así?...Si la peregrina teoría wildeana necesitase argumentos en que apoyarse,
en el caso de las románticas las hallaría bien sólidas. (Verdad que a las cosas
sutiles nada les perjudica como la solidez...).
Porque en los primeros tiempos románticos,
autores y autoras tomaron caprichosamente entre sus manos y bajo sus plumas un
soñado muñeco femenino, le infundieron un alma estrictamente literaria, sin
importárseles un comino de la realidad; lo ataviaron con galas extranjeras o ropajes exóticos o
trapos anticuados, cayeron en el anacronismo de colocar en una época moderna
damas de perfil medieval, y en el corazón de la traviesa Francia rubias pálidas
y melancólicas heroínas norteñas..., y a poco se encontraron con que los
arbitrarios muñecos femeninos tomaban vida, cuerpo, realidad, y formaban corro
parlanchín, exaltado y agradecido, en torno a sus magnánimos creadores; y la vieja sociedad femenina, cuyas notas más
destacadas eran la dama frívola y egoísta, o !a “calcetera" impía y
sanguinaria, se convertía —así en los más altos como en los más bajos escalones
el más ensalzado y absoluto sentimentalismo. El literario "mal del […]
sustituyó en las mujeres a la clásica jaqueca, y en lugar de correr tras el rastro
de la inconstante Manon, o divertirse en el frívolo juego del desdén por el desdén,
las románticas pasearon por los parques, entre sauces y cipreses, llamando a
Rodolfo bajo la pálida luz de la Luna... Los autores románticos no se sorprendieron
gran cosa ante el prodigio. Ellos desconocían ¡claro| la teoría de Wilde; pero
reconocíanse con poder, con aliento para lograr aquello y mucho más.
Rápidamente, el femenino ideal romántico (todo el
romanticismo) se amplifica y concreta, al tiempo que, cada vez más, se idealiza,
se remonta. Es “Atala” oponiendo a la pasión exaltada de Chactas y a la propia
exaltada pasión la barrera de la fe, la honestidad y el ideal cristiano, no
menos exaltado; son “Delfina” y “Corina”, a cuyas románticas vidas su misma
creadora madame Staël- acomodó la propia vida, en atormentadora y constante
rebusca de gloria y el dolor…Son las verdaderas románticas fantasmas creadores
de realidades. Lánguidas, candorosas, sentimentales y un tanto tímidas –como todo
ser trasplantado- al llegar desde tierras del Norte, al saltar desde tiempos
pretéritos; exaltadas, ardientes, ampulosas, al fundirse en el crisol latino,
francés; al pasar por la llama, aún viva del paroxismo de la postrevolución.
Arrogantes, retadoras, un poco feministas y un mucho socialistas en “Jorge Sand”;
vagas y mas que nunca retóricas en Victor Hugo…
Aun hoy, dígase lo que se diga, las modistillas de París
prefieren a la seca crudeza de “La garçonne” la vena apasionada de Alfredo de
Musset.
MARÍA LUZ MORALES
No hay comentarios:
Publicar un comentario